Un pedacito del paraíso

(este post ha sido editado tras convertirse Winston en Santuario)

El verano siempre ha sido para mí una época de descubrimiento, interno y externo.
Gente que se cruza o vuelve a cruzar en tu vida, reseteo mental, nuevos lugares... Pero esta vez, no he necesitado irme muy lejos...

En Ávila, una comunidad que siempre he identificado con la ganadería y el auténtico frío de Invernalia, he conocido el Santuario Winston, un pequeño paraíso donde caballos que han sido abandonados o maltratados, comienzan una nueva vida en libertad.

Sólo necesitas cruzar la cancela para sentir que has entrado en un espacio diferente. Allí no hay correas, ni herraduras, ni estribos, sólo caballos siendo lo que nacieron para ser: libres.
Y así se siente uno caminando entre ellos, aprendiendo el respeto, el ritmo natural de las cosas, a aceptar si un caballo quiere que le acaricies o que le dejes tranquilo. 
Se aprender a recordar que todos hemos venido aquí a ser felices y libres; a recordar que todos somos parte de lo mismo, independientemente de si somos humanos o animales.

Conocer Winston ha sido una cura, así que os invito a expermientarlo también. A dejar por un día los atascos y el cielo gris para conectar con esta gran manada y con vosotros mismos.

Toda mi admiración para Dolo y Rafa, dos seres excepcionales y valientes que han levantado este paraíso, y dedican todo su tiempo a conservarlo.


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