Gatitos tragaldabas

Una buena definición para mi Nala.
Desde que era un cachorro, ha tenido debilidad por la comida de todo tipo, tanto por la que es comestible como la que no. Cuando tenía 10 meses se metió en un cajón y se comió el tirante de un sujetador.

Acabo de pasar por  una experiencia parecida, aunque el proceso ha sido algo diferente...
Tres semanas atrás, Nala tuvo un par de arcadas; lo achaqué a una posible bola de pelo y no le di más importancia, aunque debía haberme saltado la alarma, porque peino a mis gatos todos los días.
Pero hace dos sábados, Nala empezó a vomitar algo amarillo, síntoma claro de un daño en el hígado. Esperé a que pasara ese día, y la situación no cambió, tampoco comía ni se quería mover, así que salimos corriendo a urgencias.
A mi pobre le hicieron de todo, aparte de raparle  la mitad del cuerpo: radiografía, ecos, análisis... Y por supuesto sedada, porque Nala no iba a dejarse fácilmente.
Tenía un cuerpo extraño al final del intestino, cerca del páncreas y me dijeron que había que abrirle de urgencias, con posibilidad de tener que cortar la parte del intestino donde estaba alojado lo que fuera que se había tragado.
Desde que la dejé, hasta que me llamaron, fueron de las peores horas de mi vida.

A las cinco de la tarde me llamaron de la clínica; todo había ido bien y se lo habían extirpado. Parece que llevaba bastante tiempo ahí metido y le había provocado, además del daño en la zona en la que estaba, úlceras por donde había ido pasando, con un posible daño en el páncreas que tenían que analizar.
Hospitalización de 24 a 48 horas, según se recuperara y tolerara la comida. Si no comía, habría que probar con sonda.
¿Mi opinión? "Me la llevo a las 24 horas si tolera la comida. Y nada de sonda, si se lo doy yo, conmigo sí comerá"
Creo que aquí tiene que entrar en acción nuestro instinto. Conocemos a nuestros gatos mejor que nadie y, en mi caso, sé que a Nala le habría podido el miedo; que comería muy poco o nada y que era posible que no se debiera a la operación, sino a estar allí en una jaula, con un collar puesto, oliendo a anestesia y a químicos.
Lo hablamos y me la pude llevar el lunes por la tarde, después de que hubiera comido algo por jeringa.
Aquí la pude lavar, porque no os quiero contar cómo olía... y muy poco, pero comió.
Mi pobre Mojito salió corriendo en cuanto la vio, pero se quedó vigilándola desde el rincón, no la perdió de vista ni un minuto.
Creo que ésto fue lo que peor llevó Nala, porque en cuanto llegó a casa, se fue directa a ver a su hermano, le necesitaba.

La primera semana fue muy dura; medicación que no quería tomar, comida especial y separada por dos gatos, curas, collar isabelino con el que me voy dando contra todo, ese "Mojito acércate" y Mojito huyendo, y un "no me despego de ti ni cuando entras en la ducha". 
Y Nala nos demostró lo valiente y fuerte que es, porque cada día se recuperaba un poquito más. Mojito se terminó acostumbrando y le bañaba la cabeza porque sabía que ella no podía; nunca intentó tocarle la herida.
Hasta que a las dos semanas más o menos, le quitaron el collar. Creo que estuvo algo así como 30 minutos bañándose...

¿Consejos?
Ver a tu gato con un collar puesto es muy difícil, aunque nos resulta peor a nosotros que a ellos. Sé que hay gente que prefiere quitárselo porque piensan que el animalín sufre, pero esos 10/15 días compensan y son preferibles a tener que volver a ingresar a tu gato porque se ha abierto la herida. Los animales son unos supervivientes y se adaptan mejor que nosotros a todo.
Pensad siempre en lo que sea mejor para ellos; se apañan para comer y beber, y si no, les podéis ayudar con cucharitas para comer y tarros altos para el agua.

A partir del quinto día, le quitaba un rato el collar cuando estaba en casa, siempre vigilándola, para que pudiera bañarse. Creo que recuperar su olor, que tengan sus feromonas de nuevo, es clave en su recuperación porque les hace estar más calmados. Eso sí, mil ojos porque a la herida no pueden ni acercarse.

Mi casa está totalmente blindada; ya tenía cosas fuera de su alcance, ¡pero es que ahora la repaso todos los días!
Descubrí además que esta, digamos, manía de comerse todo lo que pilla, se llama "PICA", que se debe a la ansiedad, y que es posible (aunque difícil) tratarlo.

Así que aquí estamos, tratando a mis dos pequeños con Flores de Bach y con la ayuda de Laura Trillo para conseguir que Nala se recupere de todo, y de la posible mochila que Mojito puede llevar y de la que os hablaré más adelante.

Namaste

Cristina

Dedico este post a mi madre, a Amaia Martín y a Laura Trillo, por toda la ayuda que, cada una en su área, nos han dado.

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